Los vinos de Montilla-Moriles según Nuria Sánchez, mejor sumiller 2018


Los vinos de Montilla-Moriles según Nuria Sánchez, mejor sumiller 2018

Si algo caracteriza a la DOP Montilla-Moriles son los siglos de tradición en su proceso de elaboración, dando como resultado una amplia variedad y diversidad de vinos que destacan por su sabor y aroma característicos.

Aprovechando que ayer quedó inaugurada la 35 edición de la Cata del Vino Montilla-Moriles, el principal evento de promoción de los vinos de la Denominación de Origen Protegida, queríamos dedicar un artículo a uno de los productos más emblemáticos de nuestra tierra y quien mejor para hablarnos de ello que nuestra responsable de sala Nuria Sánchez, recién nombrada mejor sumiller del 2018 por el Consejo Regulador de la denominación de origen.

P. ¿Qué te inspiran los vinos de Montilla-Moriles?

R. Me inspiran tradición, tierra, carácter, respeto, serenidad… Soy una enamorada de los vinos de Montilla y disfruto de cada sorbo, de su complejidad y de los aromas que te envuelven al probarlos. Me gusta disfrutar de una copa de buen fino leyendo un libro al sol de la terraza o de una copa de amontillado con una suculenta comida, buena compañía y una animada conversación. Son vinos que hacen especial cualquier momento. Pero también me inspiran cierta tristeza por la falta de conocimiento y formación que de nuestros vinos aún tenemos los profesionales de la hostelería y también el consumidor. El consejo regulador y la Asociación de Sumilleres de Córdoba están haciendo un gran trabajo en este sentido con catas y talleres formativos pero aún queda mucho por hacer en cuanto a formación y divulgación.

P. De los diferentes vinos que se elaboran bajo la Denominación de Origen, ¿con cuál te quedarías?

R. Es difícil decantarse por uno sólo. Si hay algo peculiar y característico de la denominación es que de una sola variedad de uva, la Pedro Ximénez, se obtienen más de 12 tipos de vino: blanco joven, con o sin envejecimiento, dulces naturales como el PX, vinos de licor o vinos generosos como el Fino, Oloroso, Amontillado o Palo Cortado. Todos son vinos versátiles y de mucha calidad, únicos por el sistema de envejecimiento en criaderas y soleras, que es el método característico de producción de los vinos criados «bajo velo de flor» y que compartimos con otros vinos andaluces como los de Jerez, Condado de Huelva y Sanlucar de Barrameda en los que el cuidado de la uva durante su crecimiento y vendimia es fundamental.

Pero si tuviera que elegir uno, el que más me cautiva es el Amontillado, ya que se trata de un vino muy singular por el tipo de crianza que tiene. Empieza siendo un fino, con cinco años de crianza biológica bajo velo de flor, y cuando éste desaparece pasa a la fase oxidativa durante al menos tres años más. Un mínimo de ocho años para poder llamarse Amontillado, tras los cuales se consigue un vino de aromas muy complejos, con notas a avellana, madera y frutos secos, elegante, salino y muy persistente en boca. Para mi es sin duda el rey de nuestros vinos.

P. ¿Y el maridaje perfecto para este vino?

R. Me gusta más hablar de armonía. Ambas palabras expresan lo mismo pero cuando buscamos el «partenaire» perfecto para cada vino lo que hacemos es armonizar sabores y aromas para que la experiencia del comensal sea única. Igualmente una mala elección puede estropear la experiencia gastronómica, así que es complicado elegir un plato o producto que sea el más indicado ya que también entran en juego los gustos personales de cada uno, pero en el caso del Amontillado armoniza muy bien con pescados grasos, setas o arroces. También combina a la perfección con sabores orientales, ahumados y escabeches. En el restaurante lo servimos con nuestro plato de setas escabechadas con mollejas y gazpachuelo serrano o con la ventresca de atún en olla de pescado y hojas de katsuobushi. 

P. ¿Copa o catavinos?

Cada una tiene su función. El catavinos es una herramienta fundamental del enólogo para detectar posibles desviaciones organolépticas y por sus medidas normalizadas permite tener un criterio común entre los profesionales. Debe tener una capacidad de 215 ml, que por otro lado no suele ser la medida que nos encontramos en la mayoría de los establecimientos, y este tamaño reducido no permite la oxigenación correcta del vino y por lo tanto apreciar todas sus virtudes y características, así que yo no lo recomendaría para beber vinos de Montilla-Moriles. Sin embargo, con una copa especial para vino blanco, más grande que el catavinos pero con una apertura quizás más reducida que la de una copa normal, como las que usa el Consejo Regulador en la Cata, conseguimos concentrar los aromas y sabores típicos de nuestros vinos. Además desde el punto de vista estético una copa viste mucho más cualquier mesa que el catavinos.

Si quieres conocer más de los vinos de Montilla-Moriles y disfrutar de una experiencia gastronómica completa haz tu reserva con nosotros y consulta por las opciones de maridaje.

 

 

 

 

Hay 1 comentario

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  1. 1
    segundo dueñas muñoz

    Me parece muy correcto el comentario sobre el amontillado, particularmente además de su armonía , introduciría ese amontillado con esas mollejas de cordero, carrillera de iberico y partes nobles del ibérico a la brasa donde se fusiona su grasas y los aromas del amontillado. Y como no sin dejar de lado al OLOROSO vino potente, vigoroso y robusto para el rabo de toro y carnes de monte en salsa donde el cuerpo agradece esa conjunción estelar de potencia.

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